DENUNCIA “LA
PARTICIPACIÓN DE LA PRENSA EN ‘LA PROPAGANDA DE LA DICTADURA PARA JUSTIFICAR LA
DECLARACIÓN DEL ESTADO DE GUERRA’, ACUSANDO AL PRESIDENTE ALLENDE Y A SUS
FUNCIONARIOS DE GOBIERNO DE EXTREMISTAS Y LADRONES”. ESTA ‘ACTUACIÓN DE LA
PRENSA’ CONSTITUYE “UNA INFRACCIÓN GRAVE AL ‘CONVENIO DE GINEBRA SOBRE EL TRATO
DE PRISIONEROS DE GUERRA’ POR CAUSAR DELIBERADAMENTE GRANDES SUFRIMIENTOS
MORALES A UN PRISIONERO DE GUERRA”.
Esas falsas
acusaciones fueron difundidas en los medios de prensa escrita de
Valparaíso y se formularon como ‘parte de
la ‘Propaganda de Guerra’, que buscaba
crear un “Enemigo Interno” que justificara la dictación del Decreto Ley Nº 5 de
la Junta Militar de Gobierno, que declaró el “Estado de Guerra” a contar del 11
de Septiembre de 1973.
Las falsas
acusaciones denunciadas fueron ampliamente difundidas por: el diario El Mercurio de Valparaíso de fecha 12 de septiembre de 1973;
por el diario vespertino La Estrella de Valparaíso de la misma fecha; por El
Mercurio de Valparaíso del 12 de octubre de 1973; por el diario nacional “La Tercera de la Hora” del 11 de noviembre de 1973; por el diario El
Mercurio de Valparaíso del 17 de junio de 1974; por la publicación del “Libro Blanco del cambio de gobierno en Chile”; por
la publicación internacional del libro titulado “CHILE: The Crime of
Resistance” de la autora Susanne Lavín; y
finalmente, por el reportaje de
Revista Ercilla “Los escándales del Allendismo”, publicación de la primera
edición después del Golpe de Estado, en el que figuramos cinco funcionarios
públicos, incluyendo al propio Presidente Salvador Allende, de todos los cuales
soy el único sobreviviente.
Las
publicaciones mencionadas me involucraron calumniosamente en la participación,
con el grado de Oficial Superior, de los Aparatos Armados Extremistas del
Marxismo Revolucionario que llevarían a cabo el presunto Plan Z. Al negarme a colaborar en la denuncia
pública del Plan Zeta a través de la Televisión de Valparaíso, (en la cual
se me propuso aparecer para leer un Comunicado, elaborado por los
interrogadores, que denunciaba a los Marxistas Revolucionarios como los únicos
responsables de dicho Plan Z y sostenía
que los sectores laicos y cristianos de la Unidad Popular ignorábamos su
existencia), los Oficiales de Inteligencia
Naval me sometieron a apremios ilegítimos, tortura, para firmar una Declaración
Extrajudicial en la que me autoinculpaba de pertenecer a la Dirección Regional
que coordinaría las actividades del Plan Z
en esta zona, entre los aparatos armados de la UP y los marinos que
habían estado involucrados en el caso del Motín de la Escuadra en Valparaíso.
En esa Declaración, el Plan Z era definido como un intento de autogolpe en
el cual el Marxismo Revolucionario procedería al asesinato masivo de los Altos
Oficiales de las Fuerzas Armadas Chilenas y de los dirigentes políticos y
gremiales de oposición al Gobierno del Presidente Allende. Este Plan Z habría estado
dirigido por un Estado Mayor, conformado por: Carlos Altamirano, Secretario
General del Partido Socialista de Chile; Miguel
Enriquez, Secretario General del MIR; y Oscar Garretón, Secretario
General del MAPU, secundados por “cubanitos”, (nombre que se les daba a quienes
siendo chilenos habían realizado entrenamiento militar en Cuba, pasando algunos
de ellos a formar parte de los Servicios Secretos Cubanos), y financiado por la
OLAS, que, a su vez, recibiría ilegalmente Fondos Fiscales de las Empresas del
Estado de Chile, como la CORDVAC. Este Estado Mayor habría actuado con Asesoría
Directa de Altos Oficiales del Servicio Secreto Cubano, al mando de una
División de 13.000 cubanos apostados en Santiago, y con personal infiltrado en
la Armada, la Fuerza Aérea, el Ejército y Carabineros de Chile, los cuales se
coordinarían con la Dirección General de Investigaciones, cuyos Jefes
Superiores dirigirían las Operaciones de Exterminio a nivel nacional.
En Valparaíso, los Jefes Regionales del Plan Z
éramos (según los interrogadores): Emilio Contardo H., dirigente del partido
socialista y Vicepresidente Ejecutivo de la CORDVAC; Roberto Sapiains,
dirigente del Partido Izquierda Cristiana y Director de Administración y
Finanzas de la CORDVAC (que financiaría a la OLAS); Rodrigo González, dirigente
del MAPU y Jefe del Aparato Armado de ese Partido en Valparaíso; y los
dirigentes del MIR en Valparaíso: Ricardo Froeden (Enrique), Secretario
Regional del MIR; Mario Calderón Tapia, Jefe del Frente de Trabajadores
Revolucionarios (FTR); y Carlos Díaz Cáceres (Pechuga de buque o Agustín), Jefe
de Frente F en el MIR y acusado de Infiltrar a la Armada de Chile en
Valparaíso, en el proceso sobre el Motín de la
Escuadra.
Las publicaciones de los diarios El Mercurio de
Valparaíso y La Estrella de esta misma ciudad, de fecha 12 de septiembre de
1973, al informar
sobre el allanamiento a mi domicilio particular, mi detención y la incautación
de: gran cantidad de Objetos de Valor, gran cantidad de dinero nacional y
extranjero, (dólares en billetes), varias libretas de ahorro y Certificados de
Ahorro Reajustable (CAR), y de dos talonarios de cheques del Banco del Estado
de Chile, correspondientes a la Cuenta Unica Fiscal de la Corporación de
Desarrollo de Valparaíso y Aconcagua), sostenían textualmente: “En el talonario se comprobó que había
partidas de dinero a favor del propio Roberto Sapiains por elevadas sumas, a
favor de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, que fuera presidida
por Salvador Allende y a favor de una persona o institución identificada por
las iniciales de I.M.M.V. por una suma superior a los diez millones de
escudos”.
De esta forma
se cerraba el círculo de la Propaganda de Guerra, ya que Roberto Sapiains era (según ellos): “Jefe de
la Corporación de Desarrollo de Valparaíso y Aconcagua y connotado dirigente
regional del régimen depuesto”; “entregaba dineros fiscales a la OLAS y a otras
instituciones sospechosas”; “había girado elevadas sumas a su propio favor”;
“tenía un carnet de ejecutivo de la Unidad Popular Nº 863”; “mantenía en su
poder una metralleta con dos cargadores completos y un rifle”; y “mantenía en
una pieza oculta una extraordinaria cantidad de artículos de procedencia
importada, que presumiblemente estaban destinados al mercado negro”.
Jamás se dijo en la prensa que yo era
profesor de la Universidad de Chile de Valparaíso, y que había ejercido el
cargo de Senador Académico. Sólo se publicitó, obviamente, lo que me calificaba
como “extremista peligroso” para la Propaganda de Guerra de la Junta Militar de
Gobierno.
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